Prótesis Peneana

En casos bien seleccionados y cuando otras alternativas de tratamiento han fallado, el implante de prótesis peneana es una excelente solución que permite recuperar la vida sexual con un alto grado de satisfacción para el paciente y su pareja.

Esta cirugía consiste en el implante dentro del pene de un dispositivo de goma de silicona biocompatible que es capaz de brindar al pene la rigidez necesaria para una penetración sexual normal. Estos dispositivos se implantan internamente y no afectan el aspecto normal del pene.

Existen 2 tipos básicos de prótesis. La elección dependerá de las preferencias de cada paciente, así como de la recomendación del médico según las necesidades específicas de cada caso:

  • Prótesis Semirrigida

La prótesis semirrígida de pene consiste en dos vástagos de silicona que llevan una estructura de alambres trenzados en su interior. Este tipo de prótesis es siempre rígido, pero su estructura flexible permite diferentes posiciones para que no sea visible en situaciones cotidianas.

  • Prótesis Hidráulica

La prótesis hidráulica de pene consiste en dos cilindros que se insertan en los cuerpos cavernosos del pene. Estos cilindros están llenos de una solución salina estéril que produce la rigidez cuando es requerida para la penetración. Mediante un sistema de bombeo activado por el propio paciente, el líquido fluye hacia los cilindros y la prótesis adquiere la rigidez necesaria para la penetración.

 

Curvatura peneana congénita

El pene no necesariamente es un órgano simétrico y al estar en erección puede exhibir diversos grados de curvatura.

Estas curvaturas son bastante frecuentes y ocasionan muchas visitas al urólogo. Mientras que por sí sola no implican una condición grave, pueden llegar a generar dificultades importantes en la vida sexual del paciente, causando gran ansiedad y problemas de autoestima.

En la enorme mayoría de los casos se trata de leves curvaturas que no alteran la función y en las cuales no es necesario realizar ningún tratamiento. Sin embargo, cuando la incurvación del pene es más pronunciada, puede llegar a ser más que un problema meramente estético y producir malestar en la relación sexual e, incluso, imposibilitar la penetración. En estos casos, el único tratamiento posible es una intervención quirúrgica con el fin de enderezar el pene.

Existen varias técnicas para lograr los resultados deseados y la elección se hará de acuerdo a las características que se presenten en cada caso. Esta cirugía es muy bien tolerada y entrega resultados altamente satisfactorios.

 

Enfermedad de Peyronie

La enfermedad de Peyronie es una patología adquirida, de causa no bien establecida, pero que puede estar vinculada a fenómenos traumáticos. Se caracteriza por la aparición de una induración fibrosa en los tejidos que envuelven los cuerpos cavernosos del pene. Esta fibrosis es como una cicatriz que se palpa como una dureza que puede aparecer en el cuerpo del pene, causando una molestia dolorosa en la erección. En etapas más avanzadas puede producir curvaturas que pueden ser muy acentuadas e invalidantes.

El tratamiento de la enfermedad de Peyronie es quirúrgico y consiste en reemplazar el tejido dañado, empleando diversos injertos para corregir la deformidad. Existen diversas técnicas y cada una tiene sus pro y contra, por lo que cada procedimiento es discutido en detalle con el paciente. Pese a ser una cirugía delicada, permite obtener excelentes resultados y recuperar la capacidad sexual en la gran mayoría de los casos.

 

Traumatismos / fractura peneana

La ruptura traumática del cuerpo cavernoso ocurre principalmente durante el coito, pero puede producirse también durante la masturbación y otras circunstancias en que se ejerce una tensión excesiva sobre el pene erecto. Esta lesión es comúnmente unilateral, pero puede comprometer la uretra hasta en un 20% de los casos.

Al torcerse forzadamente el pene erecto la ruptura se caracteriza por dolor y una sensación de crujido. La lesión produce un hematoma y desviación del cuerpo del pene hacia el lado opuesto de la ruptura. De haber daño en la uretra, habrá dolor, dificultad para orinar y sangrado.
El tratamiento es quirúrgico y debe ser efectuado a la brevedad para reparar la ruptura, lo cual permite recuperar completamente la función del pene cuando es realizado a tiempo.

 

Quemaduras y pérdida de piel

Este tipo de lesión es más frecuente en pacientes que han sufrido quemaduras o accidentes importantes, que afectan también otras partes del cuerpo.

El tratamiento debe estar orientado tanto a preservar las funciones genitales (erección, micción, producción de espermatozoides y hormonas) como a recuperar una apariencia cosmética normal de los genitales. La pérdida cutánea puede ser total o parcial, y puede comprometer el pene, el escroto o ambos. Para la reconstrucción se pueden emplear diversas técnicas dependiendo de la etiología y extensión de la lesión. El estatus sexual, reproductivo y general del paciente es también de gran importancia al momento de decidir el tipo de reconstrucción a emplear.

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